
Cuentan que… cuando aún no existía el tiempo habitaban los Seres Supremos en paraísos de fábula. Comenzaron a unir los Soplos, al Soplo más débil le llamaron “Tristeza”, al más bravo “Cólera”, al más desconocido “Miedo”, al más inquieto Alegría y al más turbulento “Reflexión” y de esa manera, uniendo todos los Soplos, formaron un nuevo Ser.
Los Supremos pasaban el día contemplándolo y admirándose de su obra, pero no todo fue regocijo. Comenzaron a tener envidia de su belleza y en un acto de cruel arrogancia le privaron de la armonía de los Soplos.
Este nuevo ser comenzó a ahogarse en su tristeza, enloquecía en su cólera, se perdía en sus miedos, no acertaba en sus reflexiones y no surgía la alegría. Desde entonces comenzó a buscar la armonía convirtiendo su búsqueda en el objetivo de su caminar, y los Supremos desde sus paraísos se preguntan cómo aún sobrevive…
Los Supremos pasaban el día contemplándolo y admirándose de su obra, pero no todo fue regocijo. Comenzaron a tener envidia de su belleza y en un acto de cruel arrogancia le privaron de la armonía de los Soplos.
Este nuevo ser comenzó a ahogarse en su tristeza, enloquecía en su cólera, se perdía en sus miedos, no acertaba en sus reflexiones y no surgía la alegría. Desde entonces comenzó a buscar la armonía convirtiendo su búsqueda en el objetivo de su caminar, y los Supremos desde sus paraísos se preguntan cómo aún sobrevive…
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